miércoles, 15 de abril de 2015

El PCE RECHAZA EL TTIP ENTRE EE.UU Y LA UE


La Unión Europea y los EE.UU. están trabajando en total clandestinidad desde hace más de un año en la aprobación de un Tratado para el libre comercio.

Cuando empezó a salir a la luz que estas negociaciones existían, lo que se argumentó por parte de la UE fue que se crearía empleo con su ejecución. Este es el "único" logro que dan como positivo (de una forma cínica) porque nadie puede entender que la libertad de comercio beneficiará a las empresas europeas y mucho menos a las del Sur de Europa.

Este acuerdo pretende constituir un área de libre comercio y un acuerdo de inversiones entre los dos lados del Atlántico para impulsar las relaciones comerciales y construir teóricamente un bloque económico capaz de competir a nivel global con los inmensos mercados Chino e Indio. El TTIP supondrá un debilitamiento de las relaciones comerciales con otros bloques económicos, como el otro lado del Mediterráneo o América Latina y el Caribe. No olvidemos que la izquierda latinoamericana rechazó en su día una alianza regional similar, y construyeron la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) como alternativa propia fuera de la tutela de EE.UU.


Pero el TTIP no sólo impulsará la integración comercial sino que también afectará en materias como la colaboración con la OTAN, la ciberseguridad y ciberdefensa. Incrementar la alianza y los vínculos militares con EE.UU. supone estrechar aún más los lazos con su política imperialista y reafirmar la asunción de sus objetivos geopolíticos, en un ejemplo más de subordinación de los intereses europeos a los de Estados Unidos.


El acuerdo supondrá la destrucción del tejido productivo europeo. Las empresas de EE.UU son de mucho mayor tamaño medio que las europeas, lo que supondrá el definitivo cierre de muchas factorías europeas, de menor tamaño. Sólo podrán salir beneficiadas las grandes multinacionales europeas.


El tratado constituye, sin duda alguna, una agresión a los pueblos de Europa porque conlleva la eliminación de regulaciones ambientales, de seguridad alimentaria, sociales, laborales, etc. Lo que tendrá consecuencias en términos de recorte de derechos, de servicios públicos, de empleo, de protección al medio, etc.


Lo que realmente esconde detrás este tratado es la exigencia de EE.UU. de eliminar la regulación del mercado laboral europeo poniendo en cuestión a las propias decisiones de la Organización Internacional del Trabajo, sobre todo en lo que respecta a la sindicación y a las políticas salariales, lo que de hecho va a suponer una destrucción de empleo y, según la propia Comisión Europea, una deslocalización sustancial y prolongada en el tiempo de trabajadores lo que va a profundizar la desigualdad en Europa. Con respecto a las cuestiones medioambientales, lo más grave es el intento de suspender gran cantidad de leyes medioambientales, sanitarias y de seguridad alimentaria, lo que supone la eliminación del Principio de precaución, que exige la regulación de las sustancias químicas peligrosas, de la entrada de Organismos Modificados genéticamente (transgénicos), sustancias tóxicas etc. Además de la desaparición de la limitación al uso de la fractura hidráulica en todo el territorio europeo, dando paso a la utilización indiscriminada del fraking y el abandono de las energías renovables. Lo que supone un avance cualitativo de un modelo energético antagónico con la soberanía de los pueblos y los límites del planeta.


El Tratado permite que las empresas norteamericanas proveedoras de servicios incluidas las farmaceúticas y de servicios hospitalarios privados de EE.UU. puedan impugnar las políticas públicas exigiendo la liberalización de todos los servicios. Se contempla también desregular el movimiento de capitales y que la banca privada pueda demandar a un gobierno que no paga y obligar a imponer impuestos a la ciudadanía para pagar a los bancos. Las consecuencias para la agricultura, ganadería, las medianas y pequeñas empresas, serán sin duda incalculables. Si las negociaciones se abren por completo al sector agrícola tendrá un gravísimo impacto sobre los ingresos de los agricultores europeos que no pueden competir con un país donde el tamaño medio de las explotaciones es casi 8 veces mayor. En el sector agrícola se deberá cambiar toda la legislación europea en cuestión de calidad y seguridad alimentaria.


En definitiva, es un tratado que pretende hacer irreversibles las reformas neoliberales al servicio del capital, un tratado negociado a espaldas de los pueblos de Europa y que dejará en papel mojado los derechos reconocidos en las distintas constituciones y la soberanía de los estados que componen la UE.


El PCE muestra su rechazo a este tratado, exige al gobierno que informe a la ciudadanía de su contenido y consecuencias y llama a la mayoría social que se verá afectada a la movilización contra esta agresión a nuestra soberanía y nuestras leyes y derechos, exigiendo un debate público y la convocatoria de un referéndum para su ratificación.

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